Vitamina C ante la Gripe A

La clave es la Vitamina C de las naranjas. Te servirá para prevenir los resfriados, la tos, el dolor de garganta y las molestias respiratorias que se mezclarán este otoño e invierno con el contagio de la gripe A, causada por algunos subtipos del género Influenzavirus A, de la familia Orthomixoviridae, en concreto la cepa H1N1. Estas enfermedades perturban nuestras vías respiratorias como la garganta, la nariz y los pulmones, son muy contagiosas y se difunden de persona a persona, debido a una habilidad atribuida a una mutación aún por identificar, y lo hace a través de la saliva, por vía aérea, por el contacto estrecho entre mucosas o mediante la transmisión mano-boca debido a manos contaminadas con los fluidos que salen del cuerpo cuando el enfermo tose o estornuda.

Hay signos, como pupas en los labios, cansancio mayor del habitual, heridas que tardan en cicatrizar, dolores musculares sin haber practicado ejercicio o fragilidad del cabello, que delatan que las defensas de nuestro organismo están bajas.

Así que…

¿Podemos prepararnos para hacer frente a la gripe A y demás resfriados? La respuesta está en una buena alimentación y unos buenos hábitos. Todo en su conjunto nos ayuda a evitar o reducir las posibilidades de contagio y a resistir su ataque:

HIGIENE:

  • Lávate las manos con frecuencia, sobretodo después de estornudar o toser y después de tocar superficies comunes como barandillas, manivelas, teclados de ordenador, teléfono, transporte público… utilizando agua y jabón o una preparación de alcohol, tras lo cual, debes secarte bien las manos.
  • Ventila a menudo los espacio cerrados abriendo las ventanas.
  • Evita el contacto directo con personas enfermas de gripe y no compartas alimentos ni cubiertos, vasos, biberones, chupetes y demás objetos sin fregarlos o lavarlos debidamente.
  • Cuando tosas o estornudes tápate boca y nariz con un pañuelo desechable que debes tirar a la papelera.
  • Evita aglomeraciones en lugares cerrados en época invernal.

SUEÑO Y ESTRÉS:

  • Un descanso insuficiente provocan que nuestro cuerpo se resienta y que desciendan nuestras defensas. Aunque depende de cada persona, se recomienda una media de 6-7 horas de sueño para los adultos; y de 7-8 horas para los niños.
  • Aprende a llevar un ritmo de vida más relajado y evita el estrés, uno de los principales enemigos de nuestro sistema inmune.

HÁBITOS SALUDABLES:

  • Evita cambios bruscos de temperatura y no pongas la calefacción excesivamente alta.
  • Utiliza recipientes con agua o humidificadores en tu casa y en tu lugar de trabajo, para mantener una humedad ambiental adecuada que evite la sequedad de la garganta y de las mucosas.
  • Si cuando te duches alternas temperatura fría y caliente, estimulas la circulación sanguínea y linfática, fortaleciendo tu organismo y tus defensas.
  • Realiza de forma regular actividades físicas de intensidad moderada, como caminar a paso ligero, nadar, ir en bici…
  • Deja ya de fumar, ¿Qué tiene de interesante tragar humo?…

ALIMENTACIÓN:

La alimentación influye a medio/largo plazo para gozar de una buena salud, por lo que debes ser constante a lo largo de todo el año. Toma una dieta variada, equilibrada y rica en alimentos frescos, para mantener y reforzar tu sistema inmunológico:

  • Toma fruta y verdura fresca, mejor si está recién recolectadas, para que mantenga intactas sus vitaminas, como nuestras mandarinas y naranjas Ribera del Júcar, inyección directa de vitaminas del árbol a tu mesa. Es importante su ingesta diaria, ya que, contrariamente a la mayoría de los animales, los humanos no podemos producir  nuestra propia vitamina C y dependemos de su reposición constante.
  • Además de proporcionarte vitaminas, fibra y antioxidantes, las frutas y las verduras te ayudarán a contrarrestar el aumento de grasas e hidratos que el cuerpo pide en invierno.
  • Los alimentos ricos en fibra, como frutas, hortalizas y lácteos fermentados, mejoran la flora intestinal en 2 ó 3 semanas.
  • Es la mejor época del año para tomar frutos secos, ya que el cuerpo necesita más energía para mantener la temperatura corporal y contienen vitaminas y grasas saludables. Toma un puñadito entre horas o cuando necesites un extra de energía. Incluirlos en el desayuno te cargará las pilas para todo el día. A la cesta: nueces, avellanas, almendras, dátiles, pasas,…
  • Las legumbres son el alimento estrella en invierno, cuando el cuerpo necesita platos calientes y energéticos. Cocinadas sin grasa te aportan mucha fibra y pocas calorías. Tómalas al menos dos veces por semana: Garbanzos, judías blancas y pintas, fabes, habas o lentejas.
  • Los cereales, mejor integrales y con poca elaboración. Te aportan la fibra y energía que tu cuerpo necesita para afrontar el día a día.
  • Debes tomar pescado entre tres y cuatro veces a la semana, contiene grasas cardiosaludables -Omega 3 y Omega 6-, proteínas, calcio y pocas calorías. Fresco, congelado o en conserva es siempre una opción excelente.
  • Con el frío tu cuerpo te pedirá alimentos más energéticos. Pasta, arroz, patatas y pan son alimentos saciantes y muy sanos que no deben faltar en tu dieta invernal. Eso sí, modera sus cantidades, cocínalos con poca grasa, no abuses de las salsas y tómalos mejor al medio día o cuando vayas a hacer un gran esfuerzo físico.
  • En invierno el cuerpo también te pedirá más proteínas para mantener tu actividad diaria, ya que son el principal sustento de tus músculos, evitan la fatiga, permiten un buen funcionamiento mental y además evitan los ataques de hambre. El pescado, huevos, pollo, pavo y lácteos contienen las mejores proteínas de origen animal. El aguacate y la soja contienen grandes cantidades de proteína vegetal libre de grasas.
  • Está demostrado que en invierno necesitamos comer más para mantener la temperatura corporal y para contrarrestar la ‘depre’ que a muchas personas les produce la falta de luz. Toda dieta debe incluir una proporción de grasas algo mayor en invierno, pero sé inteligente y tómalas cardiosaludables: Aceite de oliva, frutos secos, aceitunas, carnes magras, queso,… ¡Cuidado! El defecto de grasas en la alimentación también perjudica al sistema inmune, por lo tanto vigila si haces dietas bajas en calorías.
  • Evita la obesidad ya que está directamente relacionada con la inmunodepresión. El exceso de grasas y azúcares disminuye nuestra resistencia ante las bacterias. La comida basura o el abuso de bebidas gaseosas, reducen la concentración de micronutrientes y favorece un descenso de nuestro sistema inmunitario, el microejército que nos protege ante las infecciones.

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